domingo, 23 de marzo de 2014

Primavera

He aquí lo que yo opinaba en 2006 sobre la primavera, si es que a esto se le puede llamar opinar. Casi una década después, sigo pensando (si es que a esto se le puede llamar pensar) aproximadamente lo mismo, lo cual me hace albergar serias dudas sobre la validez de la teoría del cambio climático y descartar esa otra que dice que la sabiduría se adquiere con la edad. Por aquel entonces sí consideraba que fingir madurez era un modo de darle peso a los argumentos, y probablemente por eso en el último párrafo del texto mencionara al Palé, que es una manera eufónica y arcaica de hablar del Monopoly.


Ya es primavera y el campo estará verde. Todo el mundo sabe que el color verde es síntoma de infección: la primavera se debería detectar mediante un análisis que demuestre que la sangre está alterada. En primavera las golondrinas posan sus nidos en los balcones de la gente común y se convierten en metáforas de uso tópico que los poetas recetan indiscriminadamente. (Los poetas de antes le hacían sonetos a la primavera y los poetas modernos le hacen sonetos a cualquier cosa, lo cual demuestra que corren malos tiempos para la lírica.)

La primavera es una época decididamente copulativa a la que los susodichos poetas han dado en bautizar como la estación del amor. En primavera somos esclavos de nuestros cuerpos, en principio cada uno del suyo. La primavera es una estación animal, pero también vegetal, por lo del campo y por lo de las flores, y también es una estación de paso, se podría decir que un apeadero. En primavera empezamos a experimentar los horrores del verano, que gracias a ella no nos pillan desprevenidos.

La primavera nos da por un lado lo que nos quita por otro y por eso nos bombardea con chicas en minifalda y hombres en bermudas. En primavera las cosas cambian para que todo siga igual. Por ejemplo, la primavera se lleva los resfriados pero nos trae las alergias. Creo que incluso es posible tener alergia a la primavera, lo cual la convierte en una estación más influyente que las otras sobre nuestra salud y nuestro estado de ánimo. Al resto, como mucho, se les puede tener manía.

No deberíamos quejarnos tanto: es primavera en medio mundo. En el otro medio es otoño y los lugareños se preparan para la llegada del frío, porque el clima de las antípodas es un clima que está al revés, como su propio nombre indica. A mí no es que me moleste la primavera: lo que ocurre es que no entiendo a qué viene, igual que no entiendo por qué se llama estaciones a las estaciones, sin ir más lejos y por ejemplo: la meteorología tiene misterios que nunca seremos capaces de resolver. (Lo único que sabemos a ciencia cierta sobre las estaciones es que hay cuatro, como en el Palé. Tal vez sea una pista. En el Palé puede estar la respuesta.)

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